Postillas de coyuntura - 006/22
Bogotá, marzo de 2022
Los hombres y mujeres que un día juramos defender nuestro país de todos los actores que atentaran en contra de la libertad y los derechos de toda una nación, y algunos han dado su vida por lograrlo. Hoy debemos asumir un gran reto frente al futuro de nuestra nación, ya no con las armas, si no con las ideas. Buscando con ello encontrar y mantener la paz, los derechos y las libertades de un país democrático.
Aprendimos a amar y defender los símbolos patrios y el lema que nos llenaba de orgullo estaba dirigido a Dios y nuestra patria. Enfrentamos problemas de diferentes formas y no como políticos porque no estábamos formados para ello; lo nuestro estaba relacionado con el deber y no con un partido político, servimos con el corazón, defendiendo nuestras instituciones, protegiendo a los ciudadanos en su vida, honra y bienes; además de guardar y proteger la soberanía del país.
Muchos de nuestros compañeros perdieron su vida en la búsqueda del mantenimiento del orden público y enfrentando las diversas formas de criminalidad. Hoy los honramos a ellos también.
Ahora ya no portando un uniforme y un arma, entendemos que nuestro país necesita de buenos gobernantes, que mantengan la democracia, y ahora desde el retiro pudiendo ejercer el derecho al sufragio, debemos optar por respaldar a esos ciudadanos que dentro de sus planes de gobierno defienden las libertades y derechos de toda una sociedad, que desea entregar a su descendencia un país libre de ideas que controvierten estas buenas costumbres.
La violencia generada políticamente desde hace más de seis décadas conllevó la vulneración de las libertades y los derechos de los colombianos en muchas regiones del país. Quienes iniciaron esa lucha guerrillera, cambiaron sus ideales y se convirtieron en mafias del narcotráfico, la minería ilegal, la extorsión, el secuestro y entre otros delitos de lesa humanidad. Con el acuerdo de paz prometieron dejar las armas y fueron objeto de negociaciones a través de los cuales obtuvieron el perdón, indulto y olvido de sus crímenes, sin reparar a las víctimas, sin entregar en su totalidad las armas con las que continúan intimidando a la población, y lo peor, unos ya hacen parte del congreso de la república, están apoyados por el brazo armado que no se desmovilizó y aspirando a cargos políticos, que se aprovechan de la democracia para tratar de acabar con ella, además, pretenden implementar acciones que van en contra de los que defendimos el estado social de derecho, aun exponiendo y entregando nuestras vidas.
Las reservas hoy y siempre deben honrar los ideales altruistas que contemplamos en nuestro trabajo a la patria; y unidos, y en forma unánime, sin rencores, resentimientos, pensando en país, optar por decisiones políticas que busquen tener un pueblo mejor que el anterior, mejores gobernantes, alejados de la politiquería, honestos, correctos y responsables, buenos administradores, que le inviertan a la paz.
Desde el año 2020 en medio de la pandemia, hubo más insistencia de la clase política para que las reservas de la fuerza pública tuvieran una participación más activa, en el devenir democrático de la nación, lo que motivó a las diferentes organizaciones que agrupan este capital social a repensar como y quienes podrían realizarlo.
La variedad de opciones es valorada: creación de movimientos, organización de partidos, recolección de firmas, buscar aval de partidos y movimientos; escudriñando la mejor manera de lograr u obtener una representación política.
Los cálculos de potencial electoral son considerados, casi medio millón de posibles votantes. Un gran interrogante queda, ¿cómo lograr la unidad en torno a un proyecto político dentro de una diversidad que al interior de la fuerza pública conocemos pero que en el exterior no se aprecia?
Finalmente, para las elecciones del 13 de marzo para el senado y cámara se postularon ante la opinión pública, más de 50 nombres de miembros de la reserva, todos ellos con excelentes ideas e intención de un país más respetuoso de sus libertades y derechos democráticos, pero no unificados en una bandera común.
Tan solo cuatro (4) lograron su objetivo, dos (2) representando al partido Centro Democrático, uno (1) a las comunidades afrodescendientes y uno (1) en representación de un partido con raíces cristianas.
Los candidatos al senado con raigones en la reserva de la fuerza pública, obtuvieron en conjunto cerca de 160.000 votos. Esta cifra nos entrega argumentos para insistir en un futuro cercano entorno a la necesidad de un movimiento unido, con un claro derrotero ideológico en lo que podemos llamar “Realismo social democrático”, a partir de tantas acciones e intervenciones en pro del pueblo Colombiano que cada uno de los miembros de la reserva lleva en su bagaje interior. Experiencias algunas de éxito, otras de frustración por no contar con los medios económicos y la capacidad política para llevarlos a feliz término, que con toda seguridad hubieran dado esperanza a esas comunidades donde siempre ha estado la Fuerza pública como representación del Estado.
En esta oportunidad con la mecánica abordada no se logró una representatividad más amplia de miembros de la reserva activa en el poder legislativo. Pero si puede ser el inicio de un gran movimiento con programas que agrupen y representen tanto los intereses particulares de los integrantes de la reserva de la fuerza pública como los de un mejor país.
La unión hace la fuerza, reza el viejo adagio, llegar a la meta de una representación importante en los hilos del poder a partir del respaldo unánime las reservas y de colombianos que añoren ejercer la democracia que hace libres a sus pueblos y resilientes de la opresión de los malvados debe ser el objetivo.
Que el Dios de los ejércitos nos ayude.
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