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LAS BANDAS CRIMINALES JUEGAN CON EL MIEDO DE LAS PERSONAS

Postillas de coyuntura - 019/24 


Bogotá, noviembre de 2024


 
  1. Antecedente



El miedo puede ser una emoción poderosa y paralizante. Puede nacer de experiencias personales, influencias culturales o hasta de amenazas reales o percibidas. En muchas culturas, el miedo se utiliza para controlar comportamientos, pero también es una reacción natural ante situaciones que parecen peligrosas o desconocidas.

 

La gente teme a lo desconocido, al fracaso, al rechazo, y a la pérdida. Pero al mismo tiempo, el miedo puede impulsar a las personas a ser más cautelosas y a protegerse. No todos los miedos son negativos; algunos son necesarios para la supervivencia.


En Colombia, los grupos delincuenciales, registradas por las autoridades como BACRIM (Bandas Criminales), son grupos organizados que surgieron después de la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia. Estas bandas están involucradas en diversas actividades delictivas, como el narcotráfico, la extorsión, el secuestro y el homicidio


Las bandas más relacionadas en los medios de comunicación son:

  • Clan del Golfo: Una de las organizaciones más grandes y poderosas, con actividades a nivel regional y nacional

  • Los Rastrojos: Otro grupo significativo, conocido por su participación en el narcotráfico

  • Los Pachenca: Activos en la región del Caribe

  • La Constru: Operan principalmente en Putumayo


De otra parte, la existencia de grupos subversivos como el ELN, disidencias de las FARC (dos estructuras), y grupos delincuenciales transnacionales como el tren de Aragua y cárteles de la droga mexicanos forman un cuadro delictivo generador de miedo en sus áreas de influencia.


Este conglomerado criminal viene demostrando tener un impacto significativo en la seguridad y estabilidad del país, mientras las autoridades continúan trabajando para desmantelar sus estructuras y reducir su injerencia en la vida de las comunidades.



  1. Una realidad

La impotencia de las personas que trabajan incansablemente en una sociedad, como la colombiana, que demanda un mayor compromiso político, social, judicial, administrativo, civil de los funcionarios que representan las autoridades y que tienen la obligación constitucional y legal de proteger la vida, honra y bienes de los ciudadanos, se enfrentan a criminales que a diario escalan con violencia frente a sus víctimas que entregan su vida y sus pertenencias. Esta sociedad confronta al estado que quiere o pretende con pagos frenar la criminalidad que se mantiene y fortalece por cuanto no existen medidas eficaces en contra su accionar delictivo.


En hechos notorios y de gravedad altísima que comprenden gran parte del territorio nacional con presencia activa de estas organizaciones delincuenciales y otras estructuras criminales bien conocidas y referenciadas por las autoridades nacionales, que a diario asesinan, secuestran, extorsionan, reclutan menores de edad, desplazan campesinos y que con las armas intimidan a gran parte de la población que no los denuncian por la falta de confianza en las autoridades pero especialmente en el gobierno nacional, que de manera inadvertida ignora la criminalidad diversa ejercida que poco a poco acaba con la vida y desangra a sus víctimas en forma física y material.


De mayor preocupación se resalta como los criminales del Tren de Aragua en tan corto tiempo se hayan apoderado del comercio ilegítimo de las drogas alucinógenas, comenzando en la capital de la república y extendiendo sus tentáculos a otras ciudades, empleando como táctica en su trasegar criminal, el asesinato sin pudor a personas que pueden ser tropiezo en su carrera delincuencial y en su ambición de poder avancen sin control estatal cometiendo sus fechorías violentas.


III. El Tren de Aragua y el delito trasnacional


El delito atribuido a esta organización ha traspasado las fronteras de los países de la región de Sur América y Centro América, aprovechando los corredores utilizados por los migrantes venezolanos y de otros países, aprovechando la vulnerabilidad y la necesidad de estas personas que en precarias condiciones de vida son fácil presa para el reclutamiento y puesta en servicio para sus propósitos delictivos. Las precarias condiciones de vida los lleva a participar de eventos ilícitos sin temor a las autoridades y las sanciones penales por sus crímenes. 


  • Delitos mayormente cometidos

Entre los delitos perpetrados por este tipo de bandas trasnacionales o internacionales se encuentran homicidios selectivos y colectivos, porte ilegal de armas, lavado de activos, narcotráfico, la extorsión, contrabando, el tráfico y explotación ilegal de personas, entre otros, que merecen un trabajo coordinado entre las autoridades de los países de la región, necesarios en la cooperación y judicialización de los criminales que hacen parte de esta tenebrosa organización delictiva.


  • Respuesta de autoridades 

A pesar de los logros obtenidos por las autoridades nacionales, se percibe que el resultado y eficacia en la captura de los criminales es mínima y requiere de un mayor esfuerzo ya que este tipo de criminales se han asociado con otras delincuentes que en su afán de poder terminan ejecutándolos o desatándolos por la fuerza y poderío que manejan ante la débil efectividad de las autoridades judiciales.


Aunque parezca que estos antisociales están en su mayoría entre las rejas, se evidencia que siguen contando desde las cárceles con apoyo económico, material, físico, entre otros para seguir delinquiendo desde los centros de reclusión por la falta de control y seguimiento de las autoridades. 


Se destaca también la facilidad con que los principales criminales de estas organizaciones ilegales son reemplazados o sucedidos por otros delincuentes o estructuras criminales que siguen ejerciendo su poder ilegítimos que también trasmiten de generación a generación movidos por la codicia de lo ajeno pasando por encima de la vida y los bienes de muchas personas.  


IV. Llamando la atención

La vida es el bien más preciado por el hombre y ante la intimidación y violencia con que actúa los antisociales, es el miedo la sensación que persiste en la sociedad.


Las autoridades judiciales no son prontas y efectivas en la administración de justicia con los delincuentes y más bien aplican en sus fallos una conciencia moral que en vez de ser reparativa para las víctimas y reflexiva para los infractores se convierte en un factor que acrecienta el temor del ciudadano.


El uso de la violencia en el accionar delincuencial y su no sanción ejemplarizante, genera en la población general un sentimiento de temor y miedo al verse victimizados y en camino a perder sus negocios, empresas o bienes materiales que han levantado y construido por muchos años. 


Frente al avance de los grupos criminales trasnacionales, las autoridades legales muestran un atraso en su oportuna reacción ya que resultan distantes entre los crímenes ejecutados y la compleja judicialización de sus actores.


El gobierno actual en vez de buscar a toda costa una paz total que sólo está generando fortalezas para los delincuentes de todo tipo y calaña que convergen en nuestra geografía, deberían efectuar campañas para generar respeto a las autoridades de policía y exigir de las autoridades judiciales respuestas asociadas al fin previsto en la tipificación de conductas delincuenciales en los códigos que rigen la vida en comunidad de nuestra nación.

Mientras subsistan situaciones adversas y de violencia extrema es la pronta y correcta administración de justicia la que le da a la sociedad la tranquilidad para seguir trabajando y generando fuentes de empleo y viendo en Colombia un país viable, en el que vale la pena vivir y no convertirse en un número más de migrantes expatriados.

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