Postillas de coyuntura - 022/23
Bogotá, mayo de 2023
Antecedentes
El periodista Daniel Samper, en abril de 2019, en uno de sus acostumbrados jocosos y satíricos artículos incluía en lo que llamo Diccionario de la Política Colombiana, el termino mermelada y lo definió: “Mermelada: jalea para premiar apoyos con notarías, consulados y demás prebendas.”
Otro termino sinónimo de corrupción, posible comisión del delito de extorsión y chantaje es el famoso “computador de palacio”, atribuido e instaurado a Fabio Villegas cuando era secretario general de César Gaviria. Termino que se mantiene y se usa para referirse al rol que existe con más o menos poder en todos los gobiernos para repartir la burocracia y llevar las cuentas de a qué partido o miembro del congreso se le ha entregado determinado puesto o cargo en la administración pública, como contraprestación. No existe de forma literal, pero es una práctica real.
Algunas consideraciones
La gran mayoría de colombianos por no decir la totalidad, identifican la posición de un discípulo de nuestro Señor Jesucristo, Judas Iscariote, como infame, inmoral, deshonesta, anti-ética y han dado cualquier cantidad de calificativos despreciativos por esta conducta o comportamiento impropio de este personaje que por veinte monedas de plata entregó injustamente al hijo de Dios, quién por solo querer el bien para la humanidad fue considerado como el peor de los crimínales y fue asesinado.
Así mismo, también es criticada e igualmente mal vista, la posición de los que por un voto eligen o son elegidos, pero como contraprestación reciben contratos, continúan en un cargo o trabajo, reciben una comida, una teja, un bulto de cemento, aceptan promesas para recibir otros beneficios u cualquier otra especie o bien por elegir al que los va a gobernar o a representar en un gobierno nacional, regional o local.
Quienes han logrado recibir mermelada o ubicar su nombre en el computador de palacio, en búsqueda de su interés personal y no en el de sus electores conscientes, podríamos considerarlos como unos vendidos, apátridas, indecorosos; al comprometerse como individuos o colectividad política, para asumir una posición que no es acorde al ideario político propuesto y con esa decisión enfrentar al país a un rumbo tormentoso.
La realidad que observamos en el gobierno de cambio, es que los elegidos en esta gubernatura no descansan en continuar su comportamiento impúdico y ansias de más poder, pasando por encima de los justos y los mismos injustos que los eligieron, quienes se satisfacen de los aumentos de sus sueldos y convenios onerosos que perciben para dar el aval a las leyes que son la soga al cuello del pueblo colombiano.
Algunos de los que están gozando de los placeres o dádivas, en los cargos de elección popular, no se acuerdan de dónde provienen, ni por qué están ahí en esa posición o cargo público, se interesan por tener más y más bienes y dinero que a lo mejor nunca lo podrán disfrutar. Ejemplos de ello existen muchos, de frente a la cara de todos los que observan sus cambios económicos y personales, contrarios en su vida, que le cuesta percibir, por cuanto terminó aceptando un plato de lentejas por el canje de conciencia que lo ha de llevar al abismo irreparable.
Será que el funcionario público o el vocero representante de un grupo importante de ciudadanos por elección popular, que, actuando mal, recibió prebendas, cargos, honores o distinciones inmerecidas, va a ser feliz en la vida, estando lleno de dinero, o sin nada, pero con su conciencia atesta de maldad, no va a cambiar a tiempo su falso comportamiento, por un buen testimonio que, de ejemplo de honestidad, moral; enseñando cómo construir una sociedad desbaratada por la corrupción.
Todos los ciudadanos, debemos ser personas pulcras y con más veras, el político, el funcionario público, o el elector y porque no decirlo mejor, sin manchas en nuestra vida. Llenos de valores, buenas aptitudes y comportamientos, que abracemos y carguemos la justicia cueste lo que cueste, alejados totalmente de la maldad, mediocridad e hipocresías, que no permiten hacer lo recto y lo correcto; hacer el bien sin mirar a quién y condenando todo mal acto y comportamiento no acorde con lo legal.
La premisa
Muchos de los que han recibido “mermelada” o han entrado en la “base de datos de palacio”, para participar o auspiciar conductas, no acordes con los principios, o propuestas que les han valido su investidura para representar a una parte importante de la población colombiana en la “casa de las leyes”, se han de lamentar cómo Judas, pero ello será demasiado tarde, ya que ya se echaron el laso al cuello.
Los comportamientos injustos del ser humano, tarde o temprano su conciencia los juzgará y aterrorizará en el tiempo y paz no tendrán por la hipocresía con la que han actuado.
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